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domingo, 5 de marzo de 2017


Por María Isabel Pardo Bernal.

05 de marzo de 2017.

Inferno, MI

 

 

Te das cuenta que todo son mentiras, que la soledad es la única que te acompaña en tiempos de dificultad extrema... y te preguntas si ya estás en el infierno ¿Sonríes? Podría ser peor. Las llamas están interesadas por venir a lamer tu cuerpo. Te dices que hay agua, y el agua se convierte en babas de caracol ¡Qué bueno para la piel!! Entonces la cosa se complica más, todo lo que puedes escuchar es reggaeton, la cabeza estalla y la sangre cubre los mares. A pesar de ello, pienso que todavía mis ojos ven el reflejo de tu barco, observo, y el dolor es tan grande cuando te veo, que prefiero arrancarme los ojos y cegar la sombra de tu cuerpo en otro cuerpo.  Todavía me queda sentir el latido de mi corazón, atada a su pálpito consumo los suspiros,  los llantos, las esperanzas. Me aferro a este infierno que conozco porque temo más  al que se han inventado. Y así, dejo que transcurran los días. Soy la agonía de la existencia que piensa, de los dioses que se aferraron a la razón, de la mujer de alas de colores, de la amante que rompieron, del ruego y la humillación ¡Estoy en MI infierno, ya nada más puede dañarme, no soy, no existo, pero, por todos los diablos, PIENSO!!!!!

miércoles, 28 de septiembre de 2016






Por María Isabel Pardo Bernal

OTOÑO SIN ANILLO © 2016



Entre tu nada y mi nada hay un interminable simulacro de luces y sombras, un universo involucionando, un pozo de besos, un mar de caracolas.

Cuando doy un paso al frente, un gigante se come un tornado de

luminarias. Cuando vuelas a mi ventana, una nube descarga millones de ranas.

 No temo las tormentas, tampoco al pecado, por eso, abanico con gozo tus engaños. No es fácil llevar en mi vientre la flor de millones de años, no es fácil tener tu vida en mi ombligo y ser incapaz de poseer el cuerpo por el que pierdo el sentido, me humillo, me inclino, me rasgo, me arrodillo, me ato y me mato.  

Un día cubriré mi desnudez con la capa de la niña de los sueños, un día sabrás de los misterios de bosques encantados, un día, un infinito día, te quedarás encadenado a mis latidos.

Sé que te fusionarás en el albor de mi pecho, sé que lactarás el amor de mis pezones al viento.   Desde tus siglos, en el remolino del inicio, desde el suspiro, desde un planeta llamado Lejos, sé que buscarás mis labios y mis lamentos.

Dejaré las cogniciones y la luminiscencia en las sombras del plano desconocido, por ti, por tu locura terrena, por tu ansía de poseerme. Por ti y por tus errores, la diosa se ha encarnado en este cuerpo de barro, por ti, simiente en el océano,  la mujer teje  pavores, y viaja al futuro y al pasado.

Hombre reverenciado, dios de los vientres proscritos, escribe en tu historia, en mi fábula, que en la soledad de nuestro lecho, sólo por ti, por ti, por ti, ¡maldita sea!, he vuelto, he volado, he gritado, he gemido. Por ti polvo angelado, he vivido,  he hecho, he sido…y volveré cada vez que le apetezca al guerrero de los mares, al sino y a mi asesino.
 
 

miércoles, 10 de febrero de 2016


Por María Isabel Pardo Bernal
10 de febrero de 2016

 
DIEZ DE FEBRERO
Momentos oscuros en los que MI mar se revuelve, se eleva, se eriza. Frio y soledad, tormenta y olvido. Me arranco los ojos para no verte, rompo las caracolas para no escuchar tu voz ¡Mira mis manos atadas! ¡Mira mi alma hundida! Las espumas arropan mi cuerpo torturado, un cuerpo desnudo y a la deriva. Las sirenas ahogan sus cantos, el mar, negro y embravecido, rompe mis latidos. La novia blanca, la amante desquiciada, la mujer entregada, la dama de los sueños, la niña enamorada, todas las llevo escondidas bajo mi piel castigada. El bramido de lo que fue, el latigazo de lo que no ha sido, marcado lo llevo en  mis labios, tatuado a fuego por los siglos de los siglos. En mis entrañas tu semilla, el secreto imán con el que los dioses nos han unido. Y ahora, ¡mira lo que has conseguido, Navegante!, ¡mira en lo que me has convertido! Papel mojado, fiera humillada, ser sin destino y vacío. Llanto estéril, la nada en desatino, hada loca, cristal quebrado, mariposa ahogada…   ¡No pregunten por el asesino, les dejo su marca, les dejo su nombre: ULISES, él ha sido!!

jueves, 7 de enero de 2016


Por María Isabel Pardo Bernal.

 VACÍO © 2015 Reservados todos los derechos.

 


VACÍO
 Mi mundo, tu mundo, y entre tu mundo y mi mundo, un gran vacío, un lugar donde tenemos que arriesgar para lanzarnos si queremos encontrarnos.  No importa el vértigo, ni las dudas, ni las alucinaciones, ni el miedo, ni la muerte. Después, unas pocas horas en la montaña rusa, para luego volver al infierno o al sosiego de una realidad suma, de un escenario más verosímil. Mucho tiempo entre vahído y vahído para cavilar, para pensarnos, para desear volver a lanzarnos de cabeza al acantilado de los suspiros, a las aguas dulces de los apetitos sin amo,  al fondo de la abrupta e irracional pasión. Pero, amigo,  es muy efímero el viaje de la diversión, y una vez hecho el camino, todo se desvanece.  La nada se ha perdido en las nubes de la indiferencia, en los tragaluces de tu hastío. Las grietas mortíferas de una tierra árida se han bebido todos nuestros manantiales.  Ya somos quimera,  sueños necios y un andar cansino, muros enmudecidos y guijarros deslucidos, manos blandas y frías, la nada en tus ojos, la nada en tus labios, la nada en tu cuerpo marmóreo. Una inmensidad de nadas que arruinan los cantos mágicos de un mañana, de una llegada al destino.  Te vas evaporando en la línea azul que rompe el mar, te vas. Te esfumas en la bruma. Te me pierdes detrás de los riscos, te disipas en un lento desatino. Crece la maleza en los caminos del encuentro,  nos abandonan los niños, las amapolas, las cruces, y los sinos. Se olvidan de nosotros las luces, las lunas llenas, los algodones de colores y los mimos. Ya no levitan en algarada nuestros cuerpos fundidos,  ni me levantas las faldas, ni atormentamos a los vecinos. Ya no queda nada, ya no queda ni tu vacío, mi niño…

sábado, 14 de noviembre de 2015

 
 
Por María Isabel Pardo Bernal.
2015.
 
 
  
Abrazos que provocan insomnio, miradas que producen taquicardia, besos que ahogan, caricias que te suben la temperatura, una voz que desmaya, un cuerpo que te infarta, una mente que confunde, una sonrisa que provoca alucinaciones, susurros que te hacen temblar, presencia que encoge el estómago... ¡Tú no eres un hombre, eres un catálogo de contraindicaciones!!!!!!!!!!!!!!! (MIa a Ulises)

miércoles, 1 de abril de 2015


Por María Isabel Pardo Bernal.
UNA ETERNIDAD. © 2015 Reservados todos los derechos.
                                               
 
                                         UNA ETERNIDAD

 
¿Por qué estás tan seguro de que te voy a esperar siempre? ¿Acaso tus cadenas podrán soportar los latidos de mis venas en las largas noches en la que tu ausencia es la única pregunta, mi única respuesta? ¿Resistirán tus lazos de mentiras las embestidas de mi piel enardecida en la madrugada fría? ¿Tendrás el arrojo necesario para liberar mis manos del sudario de tus excusas? ¿Tendrás la valentía suficiente para tapiar mi ventana, para cortar mis alas, para colocarme corazas? ¿Serás capaz de desnudar mi alba y arrojarme a los perros que ladran venganza? ¿Podrá el fuego de tus ojos contrarrestar mi desasosiego, encender mi cuerpo? ¿Lograrán tus abrazos de aire sortear océanos, dibujar mi silueta, atraparme con tu cepo envenenado? ¿Engañarás  a  los elementos para introducirte en mi realidad, en la luz que me enmaraña? ¿Vendrás a calmar mis tormentas cuando el deseo arañe  y arranque la piedad y sus herramientas?
Pesan las preguntas cuando inicio el vuelo, pesa el silencio, me pesa el tiempo que se nos pierde entre el suspiro y el beso. No permitas que se muera el amor de ausencias, niño, qué ya no aguanto la distancia que hay desde tu boca a mi pecho, que ya no soporto el vacío que aísla mi lecho.  
Y mientras la pesadilla se apodera de mis sueños, las caracolas vienen a embrujarme con el eco de tu voz. No es posible sufrir más, estoy perdida irremediablemente. No hay ataduras, ni abismos, ni muertes, ni vidas que se interpongan entre tu dulce canto de sirena y mi pasión loca. Cruel amor que emerge fácilmente desde el abandono para atormentarme un día más, un beso más, un abrazo más, un siempre más, y así, por los siglos de los siglos.

domingo, 18 de enero de 2015


Por María Isabel Pardo Bernal
      ESCRIBIRÉ © 2015


Escribiré, sí, dibujaré palabras en el viento,  desnudaré sentimientos. Crearé realidades y viviré sueños. Escribiré, escribiré y amaré sin medida ni argumentos. No dejaré que amordacen mis labios, ni que censuren mis lamentos. Escribiré, si, volaré, y traspasaré el umbral de los cuentos. Escribiré, por supuesto, y de pasiones vestiré mi cuerpo. Ya lo saben, advertidos quedan: ¡Soy la mujer que lee sus secretos…!

martes, 6 de enero de 2015



Por María Isabel Pardo Bernal
05 de enero de 2015 ©


Nunca pedí a los Magos cosas materiales, esta noche no va a ser distinta. Como cada año,  me gusta pararme en la orilla de mi mar,  buscar en el horizonte esa luz que me hable de ti. Sentir que de alguna forma, tú también buscas esa figura en el cielo que te habla de mí; con eso me conformo, ¿me conformo? ¡Es demasiado, mucho para mí!!  Ellos, hace tiempo, nos regalaron su magia, esa magia que nos hace encontrarnos cada día en mi jardín privado, la magia que me hace sentir golpecitos en el corazón, y plumitas en el estómago. Una magia que hace que mis ojos brillen cuando miro a mis hijos, magia que me hace reír, cantar, saltar, jugar. Me permite disfrutar del color y el aroma de una pequeña flor, saborear un buen chocolate, pasar una fresa por mis labios y desear tu beso,  sentir tu calor cuando me acerco a nuestra lucera… ¡La magia! ¡Cómo recuerdo las noches de mi infancia, esa ilusión que me hacia volar y vibrar! Hoy, esta noche, me doy cuenta que sigo siendo la misma cría que pegaba su nariz en los fríos cristales de la ventana esperando ver aparecer a sus majestades de Oriente, sigo siendo la misma chiquilla de ojos curiosos y boquita atónita que preparaba el agua para los camellos, y los dulces para los Reyes. Esa pequeña que miraba el cielo buscando la estrella que guiaba a esos magnánimos héroes de los sueños, esa dulce nena que pedía un regalito para ella y cientos para sus amigos. Y así, un día como éste, me regalaron, nos regalaron su magia. Por eso, esta noche vaporosa, sigo sintiendo la misma sensación electrizante y maravillosa, las mismas mariposas, las mismas esperanzas, las mismas expectaciones, y sobre todo, sigo sintiendo amor, ese amor infantil y generoso, tierno e inocente,  ese amor que todo lo puede. Hoy, mi rey, has venido, has venido de nuevo a recordarme  que somos magos,  y que sigo siendo una niña, tu niña, tu niña siempre…

viernes, 5 de diciembre de 2014


Por María Isabel Pardo Bernal.
DESEO © 2014 Reservados todos los derechos.

 
Ulises escribe en las caracolas: “Me alimentas el alma”,  y mi  mariposa interna siente un dulce sabor, un tierno desasosiego. Alborozada, revolotea por mis secretos laberintos, por mis más desconocidos recovecos, por sus más hermosos instintos, pero, a la vez,  la loba, mi loba,  se desgarra y grita: “¡Quiero que este hombre  también alimente mi cuerpo!, mas, no puedo evitar que detrás de nuestra puerta, las hienas esperen. Oigo sus dientes castañetear, y veo sus lenguas viperinas babear hiel. Necesitan carnaza, y pacientemente la esperan, aunque, ¿qué importan sus ruidos si tú  me dueles desde afuera, desde tus ausencias, desde tus silencios?, ¿Qué  importa la hoguera si cuando vienes a mí, me  haces viajar al infinito, si cuando te entregas y me entrego, arde hasta lo más bendito?

El deseo irrumpe y me desespera, cautiva la miel de mis colmenas, me arrulla hasta agitar tabernáculos, y a las cándidas resistidoras del famélico pasado, que desaparece con tu fuerza.  El deseo me arrastra hasta inclinarme con el ímpetu de tu descarada juventud. El brío de sus acometidas desvanece mis dudas, me impregna de suave almizcle, me encumbra y me impulsa.  El deseo me envuelve con las llamaradas del espíritu que trasciende al sereno levitar de las almas en tierra. El deseo me cubre con las inquietas plumitas de nuestros despertares, con las tormentas de las noches que gimen saturadas de envidia por nuestros abrazos de aire. El deseo me tienta, y retienta hasta descubrir el alba de mi piel, hasta inventar el placer del hombre que  amo. El deseo me  empapa y palpa hasta que abro el portón al guerrero que avanza en busca de su dama blanca. Es el deseo, nuestro deseo que no cesa, que siempre reclama más y más. Es el deseo que tiembla, solloza y ríe; el afán que sueña, susurra, y promete. Siempre el deseo en nuestras barcas, siempre juntos en las aguas, siempre unida a tu guerra y a sus marcas….

Detrás de la puerta, las hienas se amontonan mostrando sus dientes amarillos, y furibundas, andan en círculos, sus ojos buscan una luz a la que atacar;  no me afecta,  te amo y me amas, me haces parir deseo ¿Qué importan las jaurías si acabas de regalarme un: “mi niña, te quiero”?  Estallaré,  concebiré nuevos universos para mi sol, tendrás en los brazos esa estrella que tanto ansías; te daré todo lo que soy y lo que no soy, fusionadas tu luz y mi luz por los tiempos de los tiempos… ¡Será!

miércoles, 22 de octubre de 2014


LOBA

Por María Isabel Pardo Bernal
19 de Octubre de 2014.

 

(MI cariño, porque sé que lo necesitan, para todas aquellas personas que se dedican a husmear en vidas ajenas, cotillear, criticar, juzgar y hacer daño a otras. Es una pena que tengan vidas tan mortificadas y frívolas como para necesitar enterrar otras vidas que se les antojan más felices.  A todos y todas esas harpías que revolotean acechando a sus víctimas, quiero enviarles un mensaje de amor, indicarles que hacer daño nunca proporciona la felicidad, todo lo contrario. MI respeto, para que aprendan a respetar a quien no piensa o actúa según sus criterios, y MI corazón en bandeja para que hagan lo que quieran con él; por suerte, es viejo y se ha hecho a los golpes, también es más sabio y sabrá aguantar los envites de cualquier jauría adiestrada por los celos, la envidia,  la crueldad, o perversidad. Dicho esto, no  os equivoquéis, porque la LOBA surgirá con toda su fuerza, con la violencia de una fiera, si os atrevéis a rozar un solo cabello de los seres a los que  amo, no os voy a dar una oportunidad más. Estoy enfadada, sí, lo suficiente como para que se haya ejecutado de nuevo la transformación, la Loba ha vuelto,  ¡aquí estoy y os espero!.

 

 




 LOBA

 

Mil tormentas sacuden mi silencio, no puedo contener el fuego que quema mi serenidad. La luna ilumina las lágrimas que se desesperan mientras me desgarro y me rompo. ¡Necesito mutar para poder traspasar el manto sagrado de su cobarde mutismo! Las harpías vuelan siniestras a mi alrededor, tengo los labios  sellados y ahora, quieren censurarme el alma. ¡Me niego a que así sea!  Siento el veneno de sus bocas, la ponzoña de sus perversas mentes persiguiéndome. Otra vez ese dolor que atenaza y mata, otra vez la tortura y la desesperación. Un frio insoportable recorre mi cuerpo, ya no puedo más… ¡Ayuda!!  Surge de mi garganta un lastimero aullido, y de forma irracional, imparable,  comienza la transformación ¡Por fin! La fiera ha venido a salvarme, la Loba ha vuelto para protegerme, la Loba tranquiliza el espíritu que se me escapaba sin remedio, hundido y derrotado…

 Y ahora me preguntáis por el suave y tierno  aleteo de la mariposa, por el dulce  balanceo de  las olas, ahora queréis que vuelva la niña muda e indefensa, ahora pretendéis  que sea el gusano oculto,  la mujer frágil, la esposa invisible, ahora buscáis la devoción, el afecto, el vigor de la comprensión, el ánimo de la que siempre escucha, ahora queréis que resucite el muerto; demasiado tarde porque ¡AQUÍ ESTÁ LA LOBA!  ¿Quién quiere que siga el cuento?  

martes, 23 de septiembre de 2014




 

 
ULISES 1984

Hoy he girado las manillas de nuestro reloj, juntos hemos viajado al pasado, juntos hemos cambiado nuestra historia, juntos hemos regresado, más… ¡nada ha cambiado!  Hay que ser muy valiente para amar bajo estas circunstancias, y muy osada para guardar tu nombre y mi nombre bajo diez, diez reales y pesados mantos. Hay que atarse bien el alma para que no vuele a tu lado, y rodear con espinos mi cama para no traicionarte con los hados... Y ahora, si te atreves, ven conmigo al mar y mostremos nuestro verdadero rostro a los humanos…



Por María Isabel Pardo Bernal