jueves, 10 de abril de 2014


Por María Isabel Pardo Bernal.

© 2014 Reservados todos los derechos.

 

El día en el que aprendí que la magia existe

 

OTRA VEZ ULISES


 


Como cada  día, espero a Ulises en mi ventana. Le gusta que me vista de  blanco, y que me comporte  como  si no le oyera llegar. Mi corazón se alborota cuando percibo que se acerca con paso sigiloso, con tanta parsimonia que llega a desesperarme. Su respiración está teñida de melodías que humedecen mi piel y la erizan… Sigue avanzando, mi figura se estira hasta la inmensidad del suspiro que se  pierde en la orilla de nuestro mar.  Me asomo al mundo, siento una ligera brisa. Mi cabello se mueve al compás de sus pausados pasos. Mis brazos comienzan a desplegarse como si de un momento a otro, fuera a iniciar el vuelo. A Ulises le gusta que los rayos de sol acaricien mi piel, mi nívea piel.  Se deleita con mi revoloteo mientras clava sus ojos de fuego en mi espalda, que se arquea siguiendo el empuje de sus deseos. Se embelesa escuchando mi risa en pleno aleteo,  saborea mis carcajadas  mientras acerca sus manos a mi cintura, manos serenas que me envuelven de ansiedad.  Mis caderas se cimbrean buscando acomodo en el  espacio que separa su cuerpo de mi cuerpo.  Sus dedos se deslizan suaves hasta mi ombligo. Entre espumas, arrima  su silueta.   Los labios se entreabren  para dejar salir el gemido que ya no cabe en mi pecho. Me entrego completamente a las locuras que me propone, y así, Ulises deja de ser Ulises para ser el hombre que se adentra en mis delirios. Nos dejamos arrastrar por los remolinos de caracolas,  por  tormentas de emociones, por la danza de las tentaciones.  Dejamos de ser, para reinventar nuestro universo, para fecundar tierras yermas, para dibujar nuevas dimensiones, y así, nos diluimos en nuestro adorado océano para poder amarnos después de amar.

 Anochece, Ulises debe abandonar el hogar. Unida a la luna,  ahogaré mis lágrimas en el profundo lago de la esperanza. Teñiré de sonrisa eterna esta amargura que origina la duda constante y machacona, esa duda irracional que no puedo controlar. Cuando Ulises se marcha, el dolor se hace insoportable. Sus huellas siguen incólumes y su esencia de caballero andante sigue envenenando mi razón. Confieso que no puedo dormir con los ecos de sus batallas. Doy vueltas y vueltas conjurando los primeros rayos de sol, voy de estrella en estrella suplicando su albor, soy un alma penando, alma que sólo en él encuentra reposo y calor.

La mariposa aguarda, la mariposa vuela, Ulises volverá, sí, él siempre retorna al lugar mágico donde nuestros sueños se aman sin conciencia ni consciencia, donde es héroe, donde es dios, donde es nada y soy yo…

 

miércoles, 9 de abril de 2014


AJEDRECISTAS QUE DEFINEN


 
CARLOS H. GARCÍA PALERMO
 
 
 
 
“Juego ajedrez porque fundamentalmente soy un ajedrecista. Soy fiel a mi esencia El ajedrez, para bien o para mal, es mi identidad, es lo que predomina en mí. Aunque he hecho otras cosas, creo que el ajedrez es la actividad que ha modelado mi personalidad y mi historia, que más me ha influido. Así de sencillo, respondo a mi esencia, esa es mi motivación para continuar” (GM Carlos H García Palermo)
 
 El Gran Maestro Carlos Horacio García Palermo nació en La Plata el 2 de diciembre de 1953. Es abogado, pero ha sido en el ajedrez donde ha destacado brillantemente en todo el mundo. Obtuvo victorias sobre figuras de leyenda  como el campeón mundial Anatoly Karpov (Mar del Plata, 1982), el subcampeón mundial Nigel Short (Manila, 1992), y grandes maestros como Boris Gelfand y Michael Adams (Inglaterra, 1988)  y un largo palmarés de victorias sobre otros muchos maestros de la élite mundial. 
Carlos H. García Palermo ha sido el jugador con mejor ranking de América Latina. Ocupó el lugar 40 del mundo en 1986, y alcanzó un Elo de 2550. Lleva más de cuarenta años jugando torneos en todo el mundo.  Vive a caballo entre Argentina y Europa. Ha cosechado innumerables éxitos a lo largo de su carrera, siendo galardonado con premios de todo tipo. Fue ganador del Memorial Capablanca en La Habana en 1985 y 1987, también fue tercer tablero del equipo argentino en la Olimpiada de Dubai.
No quiero pasar por alto que siendo apenas un adolescente, le ganó en una simultánea, al grande entre los grandes, Bobby Fischer.
El Gran Maestro tiene una extensa y brillante carrera ajedrecística, muy difícil de resumir en esta breve reseña.  Es una de las trayectorias más interesantes que conozco, sus logros son excepcionales.  Por otra parte, la persona que está detrás del Maestro de ajedrez, tiene tanto o más interés que el ajedrecista.
A continuación, rescato de una de las entrevistas, de las muchas que se le han hecho, un párrafo que me parece muy significativo para  poder saber cómo entiende García Palermo el ajedrez:
“…Hay que rescatar al hombre que piensa. El ajedrez tiene un toque de frescura, algo que nos remonta al pasado. Hay que rescatar al hombre que piensa sencillamente, que se sienta en un tablero y trata de darle la vuelta al tema para ver cómo resuelve las posiciones, y que trata de ingeniárselas, porque en definitiva eso es lo que vale”.
 
 Por María Isabel Pardo Bernal.
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