miércoles, 21 de junio de 2017


Por María Isabel Pardo Bernal.

 

21 DE JUNIO, 21…

 

Hoy, hace ya… unos… cuantos años, tuve un aparatoso accidente. Fue la primera vez que tuve consciencia del regalo tan frágil que es nuestra vida. Me aferré a ese don, y supliqué más tiempo. No podía irme sabiendo que me quedaba mucha tarea que realizar. Cuando se tiene una experiencia así,  la perspectiva cambia, se abren las puertas de algún rincón de tu mente, y tu manera de ver y entender el universo se transforma radicalmente. Con el paso del tiempo, y sin saber cómo ni por qué, esas puertas se van cerrando poco a poco, y vas olvidando ese otro mundo extraordinario que apareció de forma súbita, a modo de fogonazo, sacudiéndote bien fuerte, hasta con cierto enfado,  para hacerte comprender circularmente que no son las  preguntas sin respuesta, ni las respuestas sin preguntas previas. Teatraliza el sentido y el sinsentido de mucho de lo que hacemos y experimentamos. Eres un personaje muy secundario con un pequeño papel en una obra de poca importancia.  Muchos, prefieren olvidar lo que se nos muestra con carácter accidental, yo prefiero dejarlo dormido, y una vez, al menos una vez cada año, abrir de nuevo ese portón que quedó dibujado en mi piel y en mi alma. Así, puedo recordarme que no quiero quedarme enraizada en la tierra, pero tampoco quiero despegarme todavía de ella. Mis flores buscan la luz encaramadas al tallo que crece y crece, y se introduce sin miedo por esa contrapuerta hasta el prado mágico de colores desconocidos y brillantes. Me siento bien en este estar y  no estar en parte alguna, porque es la mejor forma de no pecar en la ignorancia, de seguir siendo aprendiza de todo, y maestra de nada, para seguir  siendo yo y saber que nunca seré esclava de la nada.

Hoy es otro 21 de junio, el verano eterno, mi otro cumpleaños, el regalo de  un trastazo que me zarandeó la materia y la esencia; doy gracias. 



 

2 comentarios:

  1. Si te han dado una segunda oportunidad tienes que agradecerlo, pero iría un poquito más lejos y te diría que los que te rodean deben agradecerlo también. Es una segunda oportunidad para todos, para demostrar aquello que no se ha demostrado, para decir aquello que no se ha dicho, para no quedarse con nade dentro pues todo cambia en un instante. Seguro que muchas personas dan gracias porque en aquel momento te aferraste a lo único que podías y era a esas ansias de vivir por ti y por los tuyos. Hoy celebramos tu 2o cumpleaños y además con cambio de estación, sin duda alguna una premonición, una señal de que tenemos que aprovechar cualquier ocasión, cualquier momento, sin mirar atrás.

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    1. Por eso, hay que volver a abrir de vez en cuando el portón, y no olvidar lo que descubrimos. Cuando se te muestra lo frágil de la vida, ya no ves las cosas de la misma forma. Está bien volver a nuestra rutina, pero con la vista puesta en lo verdaderamente importante, sin perdernos en ramas podridas. Gracias por tu aporte, Juanjo. Siempre es un placer leerte.

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