REFLEXIONES
Por María Isabel Pardo Bernal.
15 de septiembre de 2014.
Hoy no voy a abstenerme de
escribir lo que pienso sobre la famosa fiesta de Tordesillas. El Toro de la
Vega es una tradición que envilece al ser humano, no sólo a quien disfruta
lanceando a un animal y viendo como muere en cruel agonía, también a los que
callamos y no luchamos por evitar que la
sangre y el sufrimiento sean motivo de fiesta y jolgorio. ¿Qué se puede pensar
sobre una persona que mata triunfante y sin el menor atisbo de consideración,
solo por el placer de hacerlo? Las tradiciones no son buenas por el hecho de ser tradiciones; algunas tradiciones se cambian y deben cambiarse porque el hombre tiene y debe de evolucionar. ¡No
somos los reyes de la creación, a ver si nos enteramos de una vez! Somos una
parte minúscula de un universo maravilloso que debemos respetar, disfrutar y
amar. Dentro de pocos años estas
discusiones parecerán absurdas a las nuevas generaciones, al igual que ahora, no tenemos ni una sola duda de que la
esclavitud es una barbaridad, y que los famosos y tradicionales torneos de lucha a muerte en el circo romano
no se pueden entender desde nuestra sensibilidad actual. Pues bien, ya somos
muchos los que no soportamos seguir viendo sufrimiento innecesario de animales para que unos cuantos brutos se diviertan. Pido
a los políticos que de una vez, y por una vez, dejen de pensar en su sillón, y
tomen decisiones valientes y decididas y que, de una vez, se elimine todo festejo
relacionado con el sufrimiento y la muerte de animales. ¡Basta ya de subvencionar y apoyar con dinero
público a una panda de descerebrados!! Al resto, a los que sienten que los
animales no pueden ser el objeto de nuestra crueldad, os pido que sigáis
movilizándose, siempre desde el respeto y de forma pacífica, y alzando la voz
en contra de este tipo de prácticas tan crueles como innecesarias
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