domingo, 13 de septiembre de 2015


Por María Isabel Pardo Bernal.
© 2015 Reservados todos los derechos.

 

 

EN LA DERROTA

 

                                  En la pereza del estío                                 

 me vistes de olvido.

Te cedí mi oxigeno

 y mis suspiros,

te  di mis esperanzas

y desatinos,

me entregué desde adentro,

abierta en canal,

en cerrado destino,

en cruz,

 y como dulce felino.

 

Agoté mi energía,

 cerré mis caminos.

Aullé a la manada cuando

te quedabas sin luna,

sin padre, sin amigo.

Fui amante desesperada,

la madre, el castigo,

 el hada,

pasión loca,

tortura de tu membrana.

Fui la que te suplicaba,

 la que lloraba,

la que te servía,

la mujer que por ti

mataba y moría…

 

Fui tu niña,

y tu dama,

la que besas

y halas,

la amada,

la amante,

la miza que buscas

en tu cama.

 

Te esperé

en mi ventana,

me pensaste

en tu almohada.

Te soñé

desnudo y vestido

yaciendo.

Te viví

y gocé cuando

enloquecías,

exclamabas,

y me seducías,

¡ Me disolvías

 fluyendo

 hasta el alba, niño,

hasta el alba!

 

Y ahora,

me rodeas de negro,

me envuelves

 con alas de cuervo.

En mi derrota,

 me consuelas

con el desdén,

en la nieve

 me arropas

de hielo,

en la muerte,

me despides

con el fantasma

de tu silencio.

En la derrota,

me ignoras,

en la derrota,

navegante,

me dejas

eternamente rota… 

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