jueves, 25 de abril de 2013

 

15 de abril de 2013.

Por María Isabel Pardo Bernal.


 

ABRIL

 

He deseado mucho que llegara abril;  con toda seguridad, este mes no es nada especial, pero a mí me lo parece. Supongo que eres tú y el nombre que no puedo gritar, lo que lo hace tan especial.  Ahora, es el momento en el que  los campos estallan,  se llenan  de colores y aromas, los corazones comienzan a desperezar y  suenan nuevas melodías en los bosques encantados donde acudimos a revolotear.  Tu voz  eleva la temperatura,  y se convierte en una pequeña esfera luminosa que  invade de una luz extraordinariamente blanca las simetrías de mi cuerpo.  Sin ti, abril no significaría nada, a pesar de que  me permite oír el murmullo de la vida abrirse camino en las ariscas montañas de mis tierras bellas. Eres tú, tú  y tus palabras, que se implantan con suavidad y se instalan dentro de mí, de forma plena y contundente. Los poetas cantan al despertar de la primavera, pero no me interesan los versos, solo sé que  llegaste en abril para transformarme toda, entera.  Abril dibuja un arco iris, mientras acaricias  mi cuerpo para enloquecerme hasta tener que pedirte piedad.  Te clavas en mi mente y te estableces en ella sin darme la más mínima tregua. Nadas en las aguas más salvajes de mi geografía, y te haces dueño de mis sueños. Abril avanza, aligeramos cargas y ataduras, el mar caldea las olas, tañen las campanas, fluye la energía, la luna llena visita mi ventana,  pero nada, nada tiene  sentido, si tu mi niño, en abril, no me amas…


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