15 de abril de 2013.
Por María Isabel Pardo Bernal.
ABRIL
He deseado mucho que llegara abril; con toda seguridad, este mes no es nada
especial, pero a mí me lo parece. Supongo que eres tú y el nombre que no puedo
gritar, lo que lo hace tan especial. Ahora, es el momento en el que los campos estallan, se llenan de colores y aromas, los corazones comienzan a
desperezar y suenan nuevas melodías en
los bosques encantados donde acudimos a revolotear. Tu voz eleva la temperatura, y se convierte en una pequeña esfera luminosa
que invade de una luz extraordinariamente
blanca las simetrías de mi cuerpo. Sin
ti, abril no significaría nada, a pesar de que
me permite oír el murmullo de la vida abrirse camino en las ariscas montañas
de mis tierras bellas. Eres tú, tú y tus
palabras, que se implantan con suavidad y se instalan dentro de mí, de forma plena
y contundente. Los poetas cantan al despertar de la primavera, pero no me
interesan los versos, solo sé que llegaste en abril para transformarme toda,
entera. Abril dibuja un arco iris,
mientras acaricias mi cuerpo para
enloquecerme hasta tener que pedirte piedad.
Te clavas en mi mente y te estableces en ella sin darme la más mínima
tregua. Nadas en las aguas más salvajes de mi geografía, y te haces dueño de mis
sueños. Abril avanza, aligeramos cargas y ataduras, el mar caldea las olas,
tañen las campanas, fluye la energía, la luna llena visita mi ventana, pero nada, nada tiene sentido, si tu mi niño, en abril, no me amas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario