Por María Isabel Pardo Bernal
22 de Junio de 2013.
DESIERTO
Un gesto, una mirada, una palabra, una actitud... toca repentinamente
a la puerta de mi sueño, despierto alterada, a mi alrededor sólo hay arena ¡Sigo
en el maldito desierto! El oasis que encontré es solo un espejismo, una gran
mentira. Trago saliva y con amargura, dudo si darme la vuelta para intentar seguir soñando o, si debo enfrentarme
a la dura, inhóspita y cruel realidad... Vuelvo a preguntarme si merece la pena
sufrir más y el silencio responde con
frialdad. Ahogo un quejido, me como el orgullo, suspiro profundamente, y cierro con
fuerza los ojos llenos de lágrimas. Me adentro despacio en tu realidad, busco
el vergel donde a menudo me refugio, y resignada, VUELVO A SOÑAR... ¡Dame tus
abrazos de aire, por favor!